domingo, 17 de enero de 2010

Yes! I can be somebody!

Fui con la intencion de nadar un poco. Es un deporte que siempre me parecio muy completo. Nunca le preste mucha atencion, mas que alguna pasada de croll en alguna playa de la costa uruguaya.
Aca, por cuestiones del destino, lo tengo servido en bandeja. Con simplemente caminar unas 6 cuadras aprox, tengo un ''fitness center'' con una linda piscina que da gusto tirarse a mover el cuerpo y respirar al estilo Phelps. Cuestiones del deporte han de venir en breves, en proximas publicaciones, pues hay mucho para contar al respecto.

Lo que tengo para contar es algo mas de corte sociologico. Se trata de un intento de natacion que se vio afectado y termino siendo otra cosa dada mi pasion por observar el comportamiento de las personas. Me dirigia a la piscina y mi atencion se vio interceptada por un grupo de pequenos que corrian todos atras de una pelota naranja, que desproporcionaba con el tamano de su cuerpo, saltando al estilo chicago bulls, haciendo todas las muecas y volteretas de los grandes jugadores de la NBA. Es asi que me encuentro con algo muy parecido desde el punto de vista sociologico, a lo que en uruguay se conoce como ''baby futbol'', o tambien conocido como ''El bAbI fUol''. Era la version mas completa nunca vista del ''baby basket norteamericano''.

Fue entrar con una cara de extranjero que hasta me sentia un extrano conmigo mismo, fue poner un pie, y al instante se supo que hacia rato que sabian que no era de ahi. No era muy complicado, pues al ingresar a la cancha de basket, fui el caucasico numero 3. El resto, afro-americanos. Senti como todas las miradas, por un instante, y solo por un instante se dirigian a este ser extrano que venia a observar cual era la pasion que los movia. Como dije, fue solo un generoso instante, pues enseguida, la curiosidad de marcador pudo mas y continuo la atencion de todos por el partido. Solo una senora, de unos 35 anos me quedo mirando sentada y me dijo: ''U wana chair man?'' Fue entonces que se paro y me explico que no podia estar sentada mirando como su hijo corria, que su ansiedad podia mas y que podia tomar su asiento. Enseguida me puse a conversar, me explico cual era su hijo, tambien me dijo cuales eran sus sobrinos y resulto que casi la totalidad del equipo locatario eran parte de su familia. No hablamos mucho, pues sin dudas, estaba muy concentrada con el partido y enseguida la cortesia se desvanecio para pasar a ocupar un papel secundario y reaparecer minutos mas tarde. Fue asi que en conversaciones entrecoradas con los presentes me hice una infima idea de lo que es ser un afro-americano y estar a cargo de una familia en el sur de los Estados Unidos. Dentro del ruido constante del eco del gimnasio se escuchaban los gritos de los padres alentando a sus pequenos, exigiendo excelencia, caballerosidad, honestidad y algunos otros, tambien exigiendo juego en equipo y respeto por los companeros.

En la primera de las 3 canchas de basket que estaban pobladas en esa tarde de sabado, fue que pude ver un cartel, de tamano considerable que decia ''Yes! I can be somebody!''. Fue tal la presencia de dicho cartel que no pude parar de hacer paralelismos entre lo que estaba frente a mis ojos y la presion que sufren muchos ninos latinoamericanos que practican futbol todos los fines de semana con un deposito de esperanza en sus espaldas muchas veces sobrevalorado (otras veces no), con anhelos de grandeza y adultos canalizando todo tipo de frustraciones del mundo que los ninos muchas veces tienden a mirar por a traves de una rendija. Muchas cosas se parecian. Otras no tanto.

Puedo decir que la altura de los pequenos rondaba entre 1.20m y 1.50m. El mas grandulon, el que come cereales triple racion llevaba en sus espaldas el numero 22, y era el encargado de pivotear a los pequenos, espantandolos como moscas, aprovechandose de su dichoso cuerpo. El mas pequeno, resulto ser, a mi parecer, y al parecer de varios de los padres presentes, el mas escurridizo y habilidoso jugador dentro del mundo del mini-basket en esta ciudad de Huntsville. Impresioante el pequenin, brutal. Con sus apenas 8 o 9 anos se movia con gran destreza, confianza y con una velocidad mental que sorprendia. Fue quien anoto mas puntos en un score que termino flaco, dada la altura del aro en comparacion a la fuerza de los pequenos de esa edad: 32 a 25 fue el restultado final, favoreciendo a los locatarios y quedando la victoria en el equipo de la senora que presto su asiento y de a ratos un poco de su atencion para que ese extrano sudamericano se hiciera una pequena idea de la cultura afro-americana en tiempos de conmemoracion del natalicio de Martin Luther King, aqui, en el norte de Alabama.

2 comentarios:

  1. Ya veo que vas a volver con unas bermudas anchas, gorro, cadenas y hablando slang.

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  2. Qué excelente crónica! te felicito, un gusto leerte.

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