martes, 27 de enero de 2015

Afilador 2.0

Vengo escribiendo poco en este espacio, menos de lo que quisiera, porque hay muchas cosas para contar y compartir pero la diaria no viene ayudando, anoto ideas, vivencias, cosas bizarras que se ven, cosas interesantes que suceden, son muchas ya, pronto serán plasmadas, cuando se pueda, corriendo el riesgo de perder lectores, pero buscando garantizar cierta calidad (tampoco tanta).
Esto que vengo a contar hoy es algo que hace semanas, meses, que viene pasando, y hoy me decido a compartirlo. Se trata de una melodía que desde niño estaba acostumbrado a escuchar, una melodía de unas pocas notas, de algún instrumento/herramienta de viento, que siempre estaba ahí, pero contadas veces pude verla de cerca: la del afilador de cuchillos
Esa melodía típicamente se escucha, incluso hoy, no es siempre, es a veces, cada tanto, no se logra descifrar cada cuánto tiempo ni qué ruta hará, pero cuando uno piensa que ya no hay gente que se dedique a eso, ahí aparece, en una tarde tranquila de sábado y desaparece por un tiempo. A lo lejos, bien tenue, se va acercando lentamente, pasan varios minutos y sigue sonando, repetitiva, agradable, hipnotizante, hasta que me duermo en ella, trasladándome a mi niñez, a mi abuelo diciéndole al hombre si es tan amable de esperar a que entre en su casa y le traiga dos cuchillas que tienen varios meses de uso y sólo están sirviendo para untar manteca, a la época de los oficios que se van extinguiendo, porque las sociedades cambian, cambian sus necesidades y su patrón de consumo y los oficios intentan acompañar, aunque haya viejos tercos que aman (o no) lo que hicieron toda la vida y sea imposible pensar otra forma de conseguir el pan. Esa imagen nostálgica es la que transmite el veterano afilador de cuchillos, que canta con timbre de bandoneón, se mueve lentamente por las calles, con sabor a tango, a veces caminando, a veces en bici, se promociona sin decir una palabra, porque su firma está en esa melodía. Todo ese conjunto de imágenes y sonidos que caracterizan a ese ser de nuestro imaginario social, se desvanecen de golpe, de un porrazo al ver que acá en España, no sólo existe ese oficio, que usa la misma melodía, que se pasea por los barrios de la misma forma, que se promociona idénticamente, como si hubiera un Protocolo Internacional de Afiladores acordado en algún lugar del mundo (por ejemplo Ginebra). 
Hasta ahí venimos bien, pero la cosa pierde total romanticismo al ver que el afilador (seguramente certificado por la Unión Europea), hace una adaptación tecnológica de su oficio y lo lleva a nuestros tiempos. Se lo roba de las décadas pasadas y lo trae a estos días. Lógico, la publicidad también avanza. No deja de ser gracioso el contraste anacrónico del oficio. Esta pequeña captura desde mi balcón seguramente lo explique mejor. El Afilador del 1er Mundo, se los presento:

 


Quizá algún músico, haga alguna canción con esta melodía (si es que no existe ya), agregándole variaciones se puede armar algo bueno, al estilo "Futuros murguistas" que nace con otro canto emblemático como el de la lotería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario