viernes, 10 de abril de 2015

Verdurero for export.

Jahangir Fateh Ali tiene las mejores frutas y verduras del barrio. Tiene las típicas y las que pueden ser más difíciles de encontrar en España, y que a lo mejor son bastante comunes en Uruguay. Tiene varios tipos de alcachofas, puerros y apios, tiene zapallitos como los uruguayos (conocido en España como calabacín redondo, difícil de encontrar), tiene plátano macho para el público sudamericano de latitudes ecuatoriales y las naranjas más jugosas que uno vaya a encontrar en Valencia y que confiesa que come junto a su mujer por las tardes cuando hace calor. Porque además de tener buenas frutas y verduras, es un excelente vendedor. Con esa simple confesión, le dice al comprador, que él también es consumidor de lo que vende y que recomienda con propiedad, lo más gustoso, logrando en quien escucha la confianza de que lo que dice, nada tiene que ver con la eventual transacción que se pueda llevar a cabo luego, que lo comenta como amigo, pero ojo, sin que parezca falso.

-Hola Jahangir, esta vez vengo con una difícil de conseguir...ajo negro, tenés?-Le dije y quedé expectante a su reacción. Estaba claro que podía no tener idea de lo que hablaba, podía conocer el ingrediente pero ser algo con lo que no cuenta porque no se consume habitualmente o quizá era lo más normal y lo tuviera al alcance de la mano.

-Cómo dice? No le entendí-Dijo frunciendo el ceño, abriendo internamente los conductos auditivos y concentrando sus mayores esfuerzos en comprender mi extraño castellano.

-Aaajo Neeegro

-Pues claro hombre, pase por aquí.-Dijo como si le preguntara por algo tan corriente como si tenía manzanas.

-Pasa mi esposa, ella va a saber elegir mejor. -Le dije mirándolo con cara cómplice.

Él supo en ese instante que ella es mejor negociadora que yo y que él conmigo no va a tener piedad pero con una dama se toma ciertos reparos, las asesora y les hace precio. Por mi parte opté por quedarme en la vereda, donde se encontraba su señora e hijo, su hermana y cuñado, hablando quizá en alguna variante del urdú. Jahangir mostró los ajos negros, asesoró, hizo un precio especial y se volvió a la vereda mientras yo esperaba,
En el camino Jahangir se encuentra con dos señoras que habrán nacido durante los primeros años de la España franquista. Jahangir es muy sociable y adaptado por completo a esta sociedad. Comprende el trato español, lo asimila, pero a la vez mantiene su esencia y sus costumbres. 
Las mujeres lo saludan, le preguntan por su familia, él se la presenta, y al hacerlo confiesa que su hermana salió más favorecida en el reparto de la belleza. Las mujeres se ríen. Le preguntan por el pequeño, les dice que es su hijo y que es hermoso porque salió a la madre. El niño sonríe, la esposa se sonroja. Las mujeres advierten los hermosos ojos azules del pequeño que contrastan con su tez pakistaní y gritan alabando su belleza. El padre confiesa que no tiene idea de dónde sacó esos ojos porque los de él y los de su madre son más negros que la noche. Lo hace en un muy fluido castellano entrecortado con su alegre risa. La esposa rápidamente contesta señalando al cielo con ambas manos que Dios se los ha dado y que si así lo quiso, por algo será.

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