martes, 14 de diciembre de 2010

Falso Vivo

Me levanté pensando, que a lo mejor, ese presentimiento era cierto. Quizá, si mi instinto no estaba fallando, la sentencia sería lo que creía: Cacho Bochinche no era en vivo.
Prendí la tele y comencé a buscar elementos que pudieran asegurar algo, ya fuera a favor o en contra de mi postura, a la que por motivo alguno, no científicamente demostrado, sino más bien por una cuestión sentimental, era la postura que no elegía con toda seguridad, pero que en caso de ser necesario, en caso de tener que arriesgar, en caso de tener que tomar una decisión sin marcha atrás, sería la que elegiría.
En resumen, Cacho era un presunto tramposo y eso había que derribarlo o por el contrario apoyarlo y en este último caso, hacer de este hecho un motivo de lucha y denuncia.
Luego de varios minutos, llegué a la conclusión que Cacho Bochinche no era en vivo, sino que era grabado, más aún, grabado en los años 80´. Estaba claro, hasta a los payasos los atropeya el estilo de la moda y es fácil diferenciar un payaso de los años 60´de uno de los años 80´o de la década de los 2000.
Esto traía muchas implicancias. Esos niños no eran niños (hoy). Sino más bien, fueron niños en el momento del "falso vivo" (como todos lo fuimos en algún momento) y ahora seguramente sean mayores que yo, y ya ni rastro tengan de los regalos que recibieron de las empresas de la época por aquél juego ganado o perdido. Seguramente sus padres, que parecen jóvenes muchachos, hoy tengan varias décadas más y todo lo que los años traen además de la experiencia.
Luego de haberlo comprobado, hago difusión de los resultados y hago pública la denuncia: esos niños ya no lo son, ya no corretean ni se hacen pis de risa, sino por el contrario, lo están haciendo sus hijos por ellos, mientras ven a sus padres en esa caja luminosa, congelados y atrapados herméticamente en una cinta que quedó tirada en algún rincón de la calle Enriqueta Compte y Riqué.

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